Los abuelos son padres añejados por la experiencia. Son seres a los que se les ha arrugado la juventud...
Una abuela es una mujer que ha vertido en experiencia toda su belleza y que abraza con calidez todo su erotismo que lleva en la piel.
Para los abuelos la sexualidad es una caricia de chocolate en los labios y un beso arrugado y sensual de su amante longevo y enamorado de toda la vida.
A mis abuelos los unían los años y el caminar juntos de la mano artrítica y arrugada. Compartir la cocina y la limpieza de la abuela y el lienzo inacabado sobre el caballete de mi abuelo.
Y los unían decenas de nietos pequeños que rondaban por el patio desordenado sus vidas de viejos.
Mi madre le llegó la senectud sin pedir permiso, y de un brutal portazo con la viudez sorpresiva. No se si habrá decidido ser abuela de 11 nietos ya que cuando el abuelo vivía, ella era era más la mujer del abuelo, que la abuela.
Mi padre creo que fue un abuelo gentil y cariñoso, se dejaba ser jugando con su longevidad y su niñez tardía con un nieto que le amaba de manera absoluta porque en él vivió los juegos que su padre le negara.
Lo vi jugar a la pelota y al disco y bailar los bailes de salón que la historia le ponía frente a sus pies.
Para ser abuelo no es necesario ser viejo, pero para ser viejo es conveniente un nieto que sepa extraer de su rostro una sonrisa llena de dientes bifocales y Alzheimer.
Por
Pablo Lorenzo García
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